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Los años 60, la década estuvo marcada por el auge de la bossa nova y el redescubrimiento y revalorización de la samba. La bossa nova, influenciada por el característico ritmo de guitarra de João Gilberto, que acompaña su pequeña pero técnicamente perfecta voz, provoca la transformación más radical del género en sus primeros 40 años de existencia. Este nuevo estilo, más que un movimiento, atrae a jóvenes universitarios de la Zona Sur de Río. Con su ritmo más accesible al público extranjero en comparación con la samba tradicional, la bossa nova trasciende fronteras, llevando varias de sus canciones, en particular Garota de Ipanema, a convertirse en éxitos mundiales. Al mismo tiempo, la samba tradicional resurge en eventos que no tienen conexión directa con la bossa nova. El primer punto destacado es Zicartola, una casa que, durante tres años, iluminó con samba una casa de la Rua da Carioca.
